miércoles, 22 de octubre de 2008

Dictado


Señoras y señores. Todo el que ha sido estudiante de cualquier grado y/o institución ha tenido alguna vez la tarea de escribir al son del dictado del maestro.

Saben bien, entonces, que es una carrera al filo del peligro, de vida o muerte. Que el tiempo lo persigue a uno con la boca bien abierta. Y si escribís despacio caes dentro de ella. Y te mastica. Y te traga. Y te quedas atrasado. Y tenes que pedirle la hoja prestada a un compañero.

Quedarse atrasado era como perder el tren. Como quedarse desorientado en un lugar totalmente desconocido. Perdías la conectividad y las palabras que dictaba cada vez se tornaban mas incoherentes.

Ahora debías; por ser lento escritor o mal memorioso, mendigarle al maestro vergonzosamente y frente a todo el público que repita lo que había ya orado. Y así quedaba al descubierto ante cada uno de los circunstantes, que ésta vez, eras vos "El Atrasado".

En ese instante, la viveza de todo niño hacía eco, y un saber milenario te daba la posibilidad de salvarte de tal infortunio. En el instante de haberte retrasado y que debías preguntar, no lo hacías. Esperabas 2 o 3 segundos más porque inevitablemente iba a saltar otro atrasado con exactamente la misma pregunta.
¡Saludos!

viernes, 10 de octubre de 2008

Telepatía Telefónica


Marcó el número telefónico de Eusebia. Era largo y repetitivo, pero lo recordaba bien. Tenía que hablar con ella por cuestiones personales.
Eusebia fué, es, y si será una gran amiga del Flaco y por eso la mayoría de los días, el Flaco la llamaba para charlar sobre sus vidas. Casi siempre a la misma hora. Tipo 14:00hs, por ahí.
En el día de hoy (esta crónica es del año 1994 y por consiguiente no existía la comunicación telefónica satelital, osea que ¡No Existían Los Celulares! -por lo menos para los argentinos de clase media- solo existía el aparato de línea).
Cuando levantó el tubo del teléfono para esperar que su gran amiga atienda, dando por sentado que tenía que escucharlo al menos dos o tres veces (Tuuuuu... Tuuuuu... Tuuuuu...) antes de descolgar, ¡no fué así! El tono ni si quiera sonó. Se sorprendío al escuchar el sonido de alguien respirando y desconcertado preguntó:
- ¿Eusebia? ¿Sos vos?
- ¿Flaco? Te estaba llamando...
- Yo tambien te estaba llamando. ¡Qué loco! Nos llamamos al mismo tiempo. ¡Telepatía!
¡Qué sorpresa te llevabas cuando pasaba eso!
Un Saludo.

jueves, 9 de octubre de 2008

El Ojo Que Escucha


Para comenzar este nuevo punto, mes es necesario definir que el sentido de la vista es totalmente distinto al del oído. El primer sentido (vista) decifra la luz para nosotros y el segundo (oído) decifra los sonidos, que por obvias razónes, no son lo mismo.


Entremos de lleno a la escena.


Situación:


Un hombre al que le dicen Toti se encuentra escuchando música. El aparato que emite la melodía se encuentra a un lado de este hombre, a un volumen relativamente bajo (digamos que no se distinguía el sonido).


Ahora bien, dicho hombre se encuentra intentando escucharla, pero no lo logra. Aquí, en este instante, Toti gira la cabeza intentando escuchar mejor y en vez de acercarse hacia el artefacto (que sería lo correcto si nuestro fin es poder entender la múscia) lo observa y estudia el sonido nuevamente pensando en la posibilidad de que se escuche mejor mirando hacia esa dirección. ¿No es irónico? Yo no escucho con los ojos.


Lo será, pero sucede (a mi me pasa, jaja).


Recuerden. ¡Es en vano mirar el parlante para escuchar mejor!


Saludos.