jueves, 26 de agosto de 2010

Colapso Deportivo


Jugando al basquet. Es un partido intenso donde vamos empatados 68 a 68. Fintas que van y vienen engañan a todos, cortinas por doquier (son acciones de basquet), y también topetazos intencionales se funden en una honorífica batalla por salir victorioso.
Cualquiera puede ganar. Y como todos saben; aunque sea un juego, ganar es ganar. Y por eso podemos sacrificar la moral para ganar el juego. Por lo tanto es normal que por ahí se muelan a puñetes cuando la corona aun no decidió en que equipo posarse.
Así sucedía en este instante. Yo manejaba el balón y mi defensor intentaba robármelo. Los segundos pasaban y el tiempo se acababa. En un intento de acercarme al aro para poder lanzar mejor me como un codazo en la costilla derecha. Ahí nomás quedé inmovilizado. Quería tomar aire pero mi vías habían colapsado. Todo se tornaba obscuro. El sonido de la gente se apagaba y mis abdominales estaban endurecidos y sin señal.
Me tiré al piso y sentí el desmayo detrás de mi. Pero poco, al paso de los segundos, comenzé a recuperarme y a entrar en si.
-Ya estoy bien, ya estoy bien. Tiré.
Me levanté tocandome la costilla que no me paraba de doler por el codazo. Y mientras tanto caminaba por la cancha con la pierna izquierda rengueando.
¿Rengueando? ¿No había sido la cositlla? Bueno. Es involuntario. Es un punto Impensado.

martes, 17 de agosto de 2010

Excusas de Vida


Desde chicos empleamos variadas y complejas estrategias para evitar situaciones que no nos gustan. Como cuando te llaman por teléfono y decís que no estas. Cuando el mensaje no llegó y la culpa fue de la antena o la empresa de teléfono, sabiendo por dentro que no mandaste ningún mensaje. O cuando llegas tarde a algún lado porque tuviste que ayudar a una señora a cruzar la calle (esta excusa es de las mas viejas).
Muchísimas situaciones como éstas han atravesado y van a atravesar nuestras vidas. Aprendimos que el mundo se puede doblar sin romperse, aveces más, a veces menos. Uno puede elegir una coartada sin hacerle daño a alguien, y esto es perfectamente posible.

Ahora bien, todos los estrategas de la vida que algún vez habremos soltado un argumento para librarnos de responsabilidades hemos aprendido esta misma enseñanza de vida:
Son las 7:00 de la mañana, sos adolescente y debes ir al colegio. Suena la alarma, pero una modorra general abraza tu cuerpo dejandote sin aliento para luchar contra el día que amanece. La parálisis es total; y en un intento piadoso de cambiar el presente, caes en la coartada de la salud. Dolores de panza, fiebre, dolores de cabeza o hasta cegueras temporales han sido defensas para no hacer el deber.
Pero la vida te enseña cosas. Y dos horas más tarde de haber dicho que te sentías mal estás atónito frente al mercurio que sube hasta el 39º. Ahora resulta que querés ir al colegio.
Está bien. Ya aprendí la lección.
¡Saludos!

lunes, 26 de julio de 2010

Ilusión Colectiva.


Nuevo punto.Viaje de vuelta. Colectivo lleno. Siempre te quedás con alguna sensación mala. O que no hay lugar suficiente, o que no arrancamos, o que no llegó todavía y ya deberíamos habernos ido. O que está caro el pasaje jajaja. En fin. La relación empresa de transporte-persona creo que es de las mas desgastadas.
Además es mucho peor si estás cansado en el momento que vas a viajar. Y eso está pasando. Todo es fastidioso, tengo que llegar lo antes posible a destino y debo confiar en esta organización que parece un conjunto de carretas con sandías y melones adentro. Ya estamos todos preparados para partir pero el autobus no arranca. ¡Chofer! ¿Qué pasa? ¿Por qué no arranca? Me gustaría gritarle con todas mis fuerzas. Estoy alterado. Tengo que llegar lo antes posible y el colectivo no da la mas mínima certeza de que va a comenzar a moverse. Eso si, hace como media hora que está en marcha y no se mueve. ¡Que va!
Todo parece seguir su curso lento y sosegado cuando en un instante miro para la ventana y veo que el colectivo se mueve. ¡Si señor! La algarabía aturde mis sentidos. Va a comenzar el viaje. Basta de esperar. Cierro los ojos y comienzo a ablandarme en la butaca para disfrutar el recorrido.
Para mi sorpresa, cuando abro los ojos esperando encontrar a lo sumo un poquito de paisajes lindos, me doy cuenta que aún estoy en la terminal. Y que el que había salido era el colectivo de al lado.
¿Pasa no?

miércoles, 14 de julio de 2010

Cagar de Frío.


La verdad es que he tenido una pelea interna muy profunda en cuanto a este punto impensado. Puede que sea un poco atrevido, pero como siempre termino deduciendo: un punto impensado es un punto impensado; y por mas repelente que sea, debe ser escrito. Así que voy a escribirlo.

El tema es que hace mucho frío. Increíble el frío que hace en la pampa húmeda argentina.
A la mañana si no caminas bajo el sol te morís congelado. Se habla de Ola Polar. Y todos los artefactos se vuelven frágilmente fríos. No se puede agarrar nada de metal porque te quema las manos de lo helado que está. Se comen comidas potentosas y si es entre muchos mejor.
Lo que pasa es que cuando el tiempo está así, las cosas están tan congeladas y uno tiene ganas de (sutilmente) "ir al baño" (obviamente no a cepillarse los dientes) Se da cuenta que el glorioso trono no es de descendencia divina y comparte la misma heladéz que las demás cosas. Y ahí te quiero ver cuando te sentés en el trono glaciar. ¡Mamita que frío!
Ahora el ingenio de cada uno intenta sortear el obstáculo y existe una variedad muy amplia para hacerlo. Hay quienes le ponen papel, otros calientan la solapa frotándola o se sientan sobre sus manos...
¿Cuál es el tuyo? Podés dejarlo de forma anónima.
Saludos.

viernes, 7 de mayo de 2010

Zapping


Prendo la TV y encuentro el mejor programa que pudiese encontrar. El que más me gusta. Es uno de los buenos, de los que te enseñan cosas. No es de aquellos que dicen entretener, la verdadera función es ocupar tu tiempo viendo sus publiciadades; y que demás está decirlo, lo hacen para que los dueños sigan haciéndose aún más millonarios.
¡Pero qué buen programa éste! Increíble. Lo encontré de suerte y no puedo dejar de prestarle atención.
Los minutos pasan y yo sigo atento a la TV como un cocainómano pasado de rosca (obviamente es una comparación) y no quiero que termine nunca.

En la parte crucial de la proyección, cuando todo iba a comenzar a saberse, sin preámbulos ni artes gráficas, me cortan el programa y comienza la tanda publicitaria.
¡Pero qué ganas de cagarnos la vida con tu tanda! Me hundo en una erupción rabiosa y cambio de canal porque esto no dá para más. Cuando vuelva el programa pongo en el mismo canal.
20 minutos más tarde estoy haciendo zapping porque me olvidé el canal donde pasaban el programa; o peor aún, me olvidé que lo estaba mirando.

¡Saludos y perdón por los meses de inactividad!
Otra cosa: El de la foto parece, pero no es messi.

sábado, 10 de abril de 2010

Aliento



De un momento a otro, como si hubieran chasqueado los dedos, te das cuenta que tenes mal aliento. Haberte quedado dormido desató el descontrol. Una parranda de bacterias bailan el paso doble sobre tu lengua y tus mejillas.
Te decis a vos mismo: - Que mal. Sentí el aliento que tengo. No puedo hablar con alguien portando esta alitosis múltiple. ¡Qué verguenza! Cuando llego voy al baño y me lavo la boca rápido.
A unos metros de llegar al destino, se acerca una figura que no podes distinguir. Te parece ser un conocido porque camina como tal.
Que mala pata. Ojalá no me vea porque tengo un aliento de muerto que desmaya a cualquiera (jajaja).
Pero tus plegarias no son escuchadas. Esa figura que antes era un punto de color desenfocado ahora es una de esas personas que son conocidas, pero no tanto. De esas personas con las cuales pasaste un buen rato pero no son amigos y que si la ves de nuevo la vas a saludar. Y se acerca cada vez mas.
Y mas. Y mas. Y mas.
Es inminente el cruce. Necesitas una movida rápida para no dejar al descubierto tu falta de higiene bucal. Y en ese momento, no te queda otra que, cuando vas a saludar, tratár de largar la menor cantidad de aire posible para afuera de la boca. Por supuesto, para que no se de cuenta.
Saludos.

jueves, 4 de marzo de 2010

Dormitar


Llegada la medianoche Jacobo se acostó para dormirse. Había tenido uno de esos días en los cuales no aguantas a nadie. Uno en los cuales te molesta hasta que te avisten que tenés un agujero en el pantalón y se te ve el calzón de Bob Esponja. Así que, para terminar con esta absurda jornada, se acostó.

Entre ovejas y fantasías Jacobo viajó por su conciencia. ¡Qué día difícil el de hoy! ¡Qué compleja es la vida si la tenés que superar solito!, pensaba.
También se acordó de las personas que le hicieron pasar mal su día, y las maldecía con todas las atrocidades posibles, pues no había regla ni individuo que le impidiese putear somnolientemente (osea insultar pensando).
¡El conchudo del colectivero! Retumbaba para sus adentros. ¡Lo agarraría con un palo en el medio del lomo y lo haría pedir perdon de rodillas! ¡Y el forro que atendía en el negocio de la otra cuadra! A ese le haría lavarse los huevos con soda cáutica. Por favor, ¡Qué día pésimo que tuve! No quiero ver ni escuchar a nadie mas. Por suerte ya terminó.

Tuc, tuc, tuc. Sonó la puerta del cuarto.

-Jacobo, ¿Estás despierto? Tenés telefono, es tu jefe.

Por supuesto Jacobo se hizo el boludo totalmente e interpretó como si fuera un actor profesional que ya estaba durmiendo y soñando con los angelitos.

Pasa ¿no?

jueves, 28 de enero de 2010

Por Apurado


A continuación, una aberrante situación de enojo colérico. En solo un instante pasas de ser una tranquila oveja pastando en la mitad de su vida, a ser el demonio mismo. Y enojado.

Nos encontramos en grupo. Somos 4 personas charlando y esperando con mas ansias que cuando tenes hambre y ves a alguien comer; que nos avisen donde vamos.

Que yo, que vos, que el Paco se perdió, parloteaban los muchachos. Mientras el tiempo pisaba cada vez con mas fuerza nuestro tubo de oxígeno.

Cinco minutos antes de la hora límite suena el teléfono. Es la llamada. Ya sabemos donde ir. Nos avisaron que tenemos que ir ya, en menos de 5 minutos, a una fiesta genial. Si se nos acaba el tiempo, no podemos entrar.

¡Vamos! ¡Rápido! Gritaron los tipos. Limpiamos todo con una asombrosa velocidad y salimos disparados para el vehículo. Éramos 4, cabíamos de 10.

¡Vámos rápido! Decían desesperados.

Con un envión bastante importante llegamos al auto. Y cuando el conductor iba a destrabar las cuatro puertas juntas, no va que intento abrir en el mismo instante que lo hace él, y mi puerta no se abrió. Todos entraron menos yo. Me quedé afuera por apurado. ¡La puta madre! Tuc, tuc, tuc tuc, le toco el vidrio. Abrime que justo...

Saludos.

sábado, 9 de enero de 2010

La Vista Gorda


Venis caminando tranca. Recién saliste de hacer tu deporte favorito. Decidís ir por el parque porque pasa mas gente. A esta hora que no hace tanto calor está bueno caminar, y mas conectado con la naturaleza, el aire puro de los árboles y esas cosas.

Entrás al parque como un fórmula 1, y a lo lejos; a una distancia aproximada de 100 metros, comienza a enfocarse una persona que te suena.

Me parece que lo conoces. Ah si. Es Héctor, y es inevitable que lo tengas que saludar. Van por el mismo camino y son amigos. El también te vio. Así que seguro lo tenés que saludar.

Es aquí cuando uno de los rituales más carentes de bases sólidas sale a la luz: Cuando te diste cuenta que se va a cruzar, haciendote el pelotudo y/o pelotuda, mirás para cualquier otro lado hasta llegar a los 10 ultimos metros de recorrido, y ahí, te sorprendés de haber visto a Héctor.

Si ya lo viste. No te hagas el pelotudo/a.

Jajaja. Saludos.