jueves, 28 de enero de 2010

Por Apurado


A continuación, una aberrante situación de enojo colérico. En solo un instante pasas de ser una tranquila oveja pastando en la mitad de su vida, a ser el demonio mismo. Y enojado.

Nos encontramos en grupo. Somos 4 personas charlando y esperando con mas ansias que cuando tenes hambre y ves a alguien comer; que nos avisen donde vamos.

Que yo, que vos, que el Paco se perdió, parloteaban los muchachos. Mientras el tiempo pisaba cada vez con mas fuerza nuestro tubo de oxígeno.

Cinco minutos antes de la hora límite suena el teléfono. Es la llamada. Ya sabemos donde ir. Nos avisaron que tenemos que ir ya, en menos de 5 minutos, a una fiesta genial. Si se nos acaba el tiempo, no podemos entrar.

¡Vamos! ¡Rápido! Gritaron los tipos. Limpiamos todo con una asombrosa velocidad y salimos disparados para el vehículo. Éramos 4, cabíamos de 10.

¡Vámos rápido! Decían desesperados.

Con un envión bastante importante llegamos al auto. Y cuando el conductor iba a destrabar las cuatro puertas juntas, no va que intento abrir en el mismo instante que lo hace él, y mi puerta no se abrió. Todos entraron menos yo. Me quedé afuera por apurado. ¡La puta madre! Tuc, tuc, tuc tuc, le toco el vidrio. Abrime que justo...

Saludos.

sábado, 9 de enero de 2010

La Vista Gorda


Venis caminando tranca. Recién saliste de hacer tu deporte favorito. Decidís ir por el parque porque pasa mas gente. A esta hora que no hace tanto calor está bueno caminar, y mas conectado con la naturaleza, el aire puro de los árboles y esas cosas.

Entrás al parque como un fórmula 1, y a lo lejos; a una distancia aproximada de 100 metros, comienza a enfocarse una persona que te suena.

Me parece que lo conoces. Ah si. Es Héctor, y es inevitable que lo tengas que saludar. Van por el mismo camino y son amigos. El también te vio. Así que seguro lo tenés que saludar.

Es aquí cuando uno de los rituales más carentes de bases sólidas sale a la luz: Cuando te diste cuenta que se va a cruzar, haciendote el pelotudo y/o pelotuda, mirás para cualquier otro lado hasta llegar a los 10 ultimos metros de recorrido, y ahí, te sorprendés de haber visto a Héctor.

Si ya lo viste. No te hagas el pelotudo/a.

Jajaja. Saludos.