sábado, 10 de abril de 2010

Aliento



De un momento a otro, como si hubieran chasqueado los dedos, te das cuenta que tenes mal aliento. Haberte quedado dormido desató el descontrol. Una parranda de bacterias bailan el paso doble sobre tu lengua y tus mejillas.
Te decis a vos mismo: - Que mal. Sentí el aliento que tengo. No puedo hablar con alguien portando esta alitosis múltiple. ¡Qué verguenza! Cuando llego voy al baño y me lavo la boca rápido.
A unos metros de llegar al destino, se acerca una figura que no podes distinguir. Te parece ser un conocido porque camina como tal.
Que mala pata. Ojalá no me vea porque tengo un aliento de muerto que desmaya a cualquiera (jajaja).
Pero tus plegarias no son escuchadas. Esa figura que antes era un punto de color desenfocado ahora es una de esas personas que son conocidas, pero no tanto. De esas personas con las cuales pasaste un buen rato pero no son amigos y que si la ves de nuevo la vas a saludar. Y se acerca cada vez mas.
Y mas. Y mas. Y mas.
Es inminente el cruce. Necesitas una movida rápida para no dejar al descubierto tu falta de higiene bucal. Y en ese momento, no te queda otra que, cuando vas a saludar, tratár de largar la menor cantidad de aire posible para afuera de la boca. Por supuesto, para que no se de cuenta.
Saludos.