Las risas explotaron hacia todos lados de manera efervescente. La totalidad de los que nos encontrábamos allí, carcajeamos a más no poder.
- ¡Ahhhhhhh jajajajajajajaja! vociferaron algunos instantáneamente. Otros menos desatados (con una risa algo más aguda y chistosa) entonaban su ¡jú jú jú! característico, mientras que del otro lado de la sala, los otros dos decían: - ¡Está bueno! ¡está bueno!
El chiste que contó "El Oreja" dió resultado. Y por eso terminó en una risada general que llegó hasta volúmenes saturadores. Parecía que todas las personas presentes habían podido descifrar el final. Es por eso que yo también comencé reir, y fué tan así que emití una de las más convincentes carcajadas de toda mi vida.
- ¡Guaaaaajajaja! ¡guaaajajaja! grité con ansias mientras le rogaba por dentro al destino que no me pregunten nada a mi, porque en realidad yo no había entendido el chiste.